Fabián Alejandro Casiva, acusado por el crimen de la joven trans Azul Montoro, fue condenado a prisión perpetua por femicidio, en el juicio que finalizó hoy al mediodía en la Cámara 9ª del Crimen de la ciudad de Córdoba. Lxs juradxs populares rechazaron la inimputabilidad por trastornos mentales planteada por la defensa. Y coincidieron con la calificación propuesta en su momento por el fiscal de instrucción y solicitada por la fiscalía y la querella en los alegatos de la víspera. El agravante por “violencia de género” es inédito en la Justicia cordobesa, que nunca había llevado a juicio el crimen de una víctima trans.
Azul tenía 23 años cuando el 18 de octubre de 2017 fue asesinada de 17 puñaladas y un golpe en la cabeza, en un departamento cercano a la “zona roja” del Mercado Norte cordobés, donde sobrevivía en situación de trabajo sexual por falta de otras alternativas laborales. Antes de huir, el victimario también apuñaló y mutiló a una perra caniche. Fue inmediatamente identificado y capturado, porque atendió una videollamada del celular que le había robado a la víctima. Casiva tenía entonces la misma edad de Azul y desde hoy cumplirá condena en la cárcel de Bouwer.
Azul Montoro, presente! ¡Ahora y siempre!”, coreaba en la explanada de Tribunales una treintena de jóvenes trans y travestis y militantes de los colectivos LGTBIQ. “Se hizo justicia, ahora por fin va a descansar en paz”, le dijo una chica a Lara Godoy, antes de apretarla con su abrazo. Era la mejor amiga de Azul y juntas sobrevivían en la zona roja del Mercado Norte cordobés, desde que Lara llegó de San Juan y Azul de San Luis.
Durante el juicio, estuvo todo el tiempo junto a la familia de su amiga. “Gracias a todos, estoy muy conmovida”, atinó a decir al salir del edificio. El mismo semblante entre conmovido y aliviado, los mismos ojos llenos de lágrimas, tenían los padres y la hermana menor de Azul. Mientras entraban y salían abogados y funcionarios judiciales, se oía, como un desahogo colectivo, el cántico: “¡Señor, señora, no sea indiferente! ¡Se mata a las travestis en la cara de la gente!”.La última jornada del juicio había comenzado a las 9:40, cuando los jueces ofrecieron a la madre de la víctima brindar su testimonio ante el jurado. Alejandrina Torres dijo: “Azul se sintió mujer desde chiquita. Nosotros la hemos acompañado siempre. No quisiera que ninguna familia pase por lo que estamos pasando. Nadie nos va a devolver a Azul, pero queremos que haya justicia. Yo no busco venganza, pero el que la mató tiene que ir a la cárcel”.Los jueces ofrecieron entonces la última palabra a Fabián Casiva. El acusado dialogó con su abogado, se levantó y comenzó hablando de pie frente a los jurados, hasta que los guardias lo obligaron a sentarse. “Primero quisiera pedir disculpas a su madre, padre y hermanos –declaró–. Estoy arrepentido, no sé cómo decirles lo que estoy sintiendo… Yo sé que no voy a devolverle la vida, pero pido disculpas, yo no estaba en mis cabales, no entiendo lo que estaba pasando”.A esas personas que están atrás no las conozco. Nunca anduve merodeando, como dicen. A mí me encantan las mujeres, no me gusta lo homosexual”, dijo luego Casiva subiendo un poco el tono, mientras parte del público murmuraba con indignación y las amigas de Azul lloraban de bronca. Al final se dirigió a los jueces y casi gritando les reprochó su estancia en la cárcel: “Estoy en el pabellón del fondo, donde está la gente zarpada de maldita. Ahí me estoy haciendo peor. No tengo 10 ni 8 puntos y no me llevan al pabellón de adelante, ni me sacan al psicólogo, por todo lo que dice la prensa. Acá no vengo a decir que me peleé con tal o que me quisieron apuñalar, sólo vengo a pedir perdón”.Cuando Casiva terminó de hablar, los jueces anunciaron un cuarto intermedio hasta el mediodía, toda la gente se levantó y sólo quedaron sentadas en primera fila Mónica Galindez y Vanesa Casiva, mirando fijo hacia adelante. Como si la palabra de su hijo y hermano las hubiera paralizado. Como si presintieran el desenlace que se avecinaba. Ambas estuvieron desde la primera audiencia, declararon como testigos y apoyaron en todo momento al acusado.La noticia de la sentencia corrió desde el tercer piso a la planta baja y generó una primera ola de aplausos y ovaciones, que se repetiría varias veces. Al salir la familia de Azul y Lara, el abogado Tomás Aramayo y la psicóloga de la querella Fabiana Boerr, la referente de la Casa Trans Victoria Romero y Guillermo González, aquel fiscal de instrucción que impulsó la figura del “femicidio” y la llevó a juicio.Cada unx fue recibidx con besos, abrazos y gracias, miles de gracias. Con la voz quebrada y acompañado por el “¡Ni una menos, vivas nos queremos!”, González dijo a Presentes: “Fue como pedimos desde el primer día y la verdad que estoy orgulloso. Cuando nos planteamos la opción travesticidio o femicidio, vimos a la persona. Y Azul no era una travesti, era una mujer”.
Además, expresó que “Azul se dejaba ver y hoy su luz va a ser un faro en la lucha de este colectivo y toda la gente a la que el Estado tiene que cuidar. Hay que exigir políticas de inclusión laboral para que no sean expulsadas a trabajar a la calle. Y la Justicia, que es un poder conservador, tiene que acompañar los cambios de la realidad. Hoy lo hicimos pateando el tablero y fue un triunfo de los colectivos vulnerables”.Este es un gran día de justicia para nosotras, porque somos seres humanos”- manifestó Julia Palomeque, integrante del colectivo trans-. “Se ha caratulado la causa como femicidio y es un precedente muy grande en la provincia y a nivel nacional. La lucha recién comienza y vamos por más. Basta de crímenes de odio hacia nosotras”.A su vez, Victoria Romero señaló que la definición de femicidio no debe pasar por alto que “mataron a una mujer trans y eso es un crimen de odio contra nuestras identidades. Nadie nos va a devolver la vida de nuestra amiga, pero estamos tranquilas porque ha sido un buen fallo y una condena bien merecida”.
Alejandro Escudero Salama, subdirector de Derechos Humanos de las Minorías y Lucha contra la Discriminación de la Provincia, presente en el juicio desde su inicio, valoró: “Este fallo tiene que significar un hito y una oportunidad de enviar un mensaje a la sociedad, en relación a comprender la situación de las personas trans, con una expectativa de vida de 35 a 40 años, que da cuenta de un trayecto sistemático de discriminación, vulneración y violencia. Y tomar conciencia de que contra ellas hay una violencia normativa que puede terminar en el asesinato”.
“Nosotros, como funcionarios públicos, tenemos una responsabilidad mayor de trabajar más profundamente en lo que hacemos, que es visibilizar la niñez y adolescencia trans, para que de adultas no tengan que recorrer ese trayecto”, añadió.
Abogado de la familia de Azul, Tomás Aramayo celebró el desenlace de un juicio que “fue muy duro desde el inicio, pero lo hemos defendido y se ha hecho justicia. La sentencia hizo lugar al femicidio y eso es histórico. Eso significa mucho, porque es el reconocimiento para una persona que se sintió mujer desde niña”.
-¿Qué cree que implica la sentencia para la comunidad trans?
-Uf… mucho. Una parte de la sociedad, tan marginada, hoy ha tenido una verdadera respuesta, por toda su lucha. Ellas se lo merecen.
Amiga “de toda la vida” de Azul, Micaela Videla integra el núcleo con asistencia perfecta en la sala de audiencias. Ya al sol de un mediodía de justicia, confía en que la sentencia “le va a abrir la mente a mucha gente. Es increíble lo que ha pasado. Acá nunca estuvimos solas, siempre nos apoyó la prensa, el cuerpo de psicólogos, el estudio de abogados, la Casa Trans. La familia de Azul también ha sido un pilar para nosotros, y también Lara, que desde el primer día se puso como meta hacer justicia y así fue. A Casiva… que Dios lo perdone”.
El Fiscal de Cámara fue Gustavo Arocena. Según la acusación de la fiscalía, en las primeras horas del 18 de octubre de 2017 y “luego de hablar con otras mujeres” en la “zona roja” del Mercado Norte cordobés, Casiva convenció a Azul y la llevó en moto hasta el departamento de calle Rincón 141. “Allí se produjo una discusión, el hombre extrajo un cuchillo “con la intención de quitarle la vida” a Azul y “le clavó el arma blanca y luego la golpeó con un objeto contundente en el cráneo”.