En este país decidieron comenzar una purga contra los homosexuales, por lo que ahora son activamente perseguidos por las autoridades.
La homofobia, así como la discriminación a aquello que esté fuera de la heteronormatividad es un problema mundial que muestra su peor cara en Tanzania. Desde el 2015, la intolerancia y el odio hacia la comunidad LGBT+ se han incrementado, al grado que comenzó a reflejarse en sus políticas públicas.
Esto coincide con la elección del presidente John Pombe Magufuli, involucrado en una legislación mucho más represiva y de carácter conservador y moral. La censura y las represalias en contra de activistas y periodistas, como detenciones arbitrarias y cargos criminales inexistentes también se ha convertido en la norma, tanto así que según los datos de Human Rights Watch, tres periódicos han sido prohibidos por sus críticas en contra del gobierno.
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[John Pombe Magufuli, presidente de Tanzania.]
Entre las prácticas contra los homosexuales previas al 2018, se encuentran la prohibición del lubricante a base de agua, la clausura de clínicas privadas que daban servicio a la comunidad LGBT+, sexoservidoras y drogadictos, así como interrumpir el presupuesto para los talleres sobre la prevención del VIH. Este tipo de clausuras han implicado arrestos que van acompañados de exámenes anales forzados, una forma de tortura con el fin de determinar si han estado involucrados en actividades de índole sexual con otros hombres.
La violación de los derechos humanos de la comunidad LGBT+ alcanzó su punto más álgido al final de octubre de 2018, después de que Paul Makonda, un oficial de gobierno anunciara un plan para formar una fuerza especial que involucra autoridades, policías y medios para identificar y arrestar a todas las personas homosexuales del país.
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[Paul Makonda.]
En dicha conferencia de prensa también le pidió a la población en general que denunciara a todo aquel del que se sospechara su homosexualidad, al tiempo que pronunció una de las declaraciones más incendiarias hasta el momento:
«En Dar es Salaam, la homosexualidad no es un derecho humano».
Y por desgracia algunos sectores de Zanzibar —una de las ciudades más prominentes de Tanzania— han respondido a tales declaraciones. A días de la conferencia de prensa de Makonda, 10 hombres fueron arrestados en una fiesta bajo la sospecha de ser homosexuales y hasta ahora la mejor evidencia que las autoridades pudieron fabricar fue que los hombres estaban sentados en pares.
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«Es alucinante que el mero acto de sentarse en pares pueda asumir proporciones criminales. La policía claramente no tiene fundamentos para presentar cargos en contra de esos hombres en la corte, a pesar de arrestarlos hace tres días». Seif Magango, director de Amnistía Internacional de la región de África del Este, declaró al respecto el 6 de noviembre.
Si bien el gobierno de Tanzania ya se deslindó de las declaraciones de Makonda, la realidad es que lo hizo demasiado tarde. Tomó casi una semana entera para que el Ministro de Relaciones Exteriores declarara que lo dicho en la conferencia de prensa de Makonda eran opiniones personales y lo hizo tan sólo un día antes de la fecha propuesta por el oficial para comenzar las actividades de la mencionada fuerza especial.
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Este tipo de políticas recuerdan a las de Duterte en su guerra contra el narcotráfico en Filipinas, basadas en la colaboración de la población para realizar los asesinatos o bien, justificadas únicamente con una supuesta denuncia. Éste es el peligro de la nueva política en Tanzania. No sólo se trata de la comunidad LGBT+, sino de cualquier persona del país que corre el riesgo de ser detenida, torturada y encarcelada hasta por 30 días por «el conocimiento carnal en contra del orden de la naturaleza».
Los grupos seropositivos se enfrentan a la imposibilidad de tomar sus tratamientos antirretrovirales, ya sea por desabasto o miedo a ser considerados homosexuales y por lo tanto aprisionados. Y cuando una porción de la población prefiere poner en riesgo su salud antes de arriesgarse a ser señalada y arrestada, está claro que algo va muy mal con la política pública.